¿Qué es el Design Thinking?
Cada vez más empresas son conscientes del reto que plantean los nuevos tiempos y de cómo el consumidor ha de ser el foco natural de toda la estrategia. Esta metodología, que pone al cliente en el centro, se denomina Design Thinking pero aporta una nueva visión a la hora de resolver problemas de los consumidores y desarrollar productos exitosos y es gracias al conocimiento sobre los usuarios.
De esta forma, podremos entender y dar solución a las verdaderas necesidades de ese consumidor, por lo que acercarse a él y lograr poner en valor sus deseos es clave. ¿Cómo se consigue esto? A través de tres herramientas básicas, como la empatía, la observación y la experimentación, que permiten que las empresas puedan tomar decisiones basándose en las necesidades reales de sus clientes, y no solo confiando en los datos o las estadísticas.
El Design Thinking es un enfoque que contempla por tanto una perspectiva más empática y que funciona para cualquier modelo de negocio.
La idea de usar nuevos enfoques para problemas complejos surgió en los años 70- concretamente en la consultora Ideo, de la mano de Tim Brown- aunque ha ganado fuerza con el desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías. Su aplicación está permitiendo que numerosas corporaciones mejoren sus resultados, amplíen su cartera de clientes y consoliden su marca. Organizaciones de referencia como Google, IBM o Airbnb, han implementado esta metodología de forma exitosa.
¿Cuáles son los pasos del Design Thinking?
El Design Thinking se articula en una metodología que consta de los siguientes pasos:
1. Empatía. Para saber qué necesita un consumidor hay que conocerlo antes. Más allá de realizar estudios de mercado o entrevistas y que sus respuestas cuenten como un número más, es necesario profundizar en esa relación. Así descubriremos las verdaderas motivaciones personales. Se trata de recoger toda la información posible a nivel cuantitativo y cualitativo; observar para encontrar incoherencias, errores y problemas.
2. Definición del problema.Tanto si queremos lanzar un nuevo producto o resolver una crisis interna, esta fase ayuda a focalizar en los desafíos concretos para los que buscaremos una solución innovadora.
3. Ideas. Esta metodología parte de la premisa de que todos los puntos de vista son igualmente válidos, así buscamos la participación, la colaboración y el aporte de ideas creativas por parte de todas las personas que forman el grupo de trabajo.
4. Prototipos. Siguiendo las premisas del visual thinking, se seleccionan una o varias ideas concretas y se prototipan, testeando finalmente nuestro producto, marca o servicio con nuestro público objetivo antes de comercializarlo o de ponerlo en práctica.
5. Testeo. Por último, hemos de probar nuestro prototipo con el consumidor. Y es que, por mucho que hayamos trabajado en un concepto, nunca podremos estar seguros de su eficacia hasta que el cliente no lo pruebe y pueda darnos su opinión.
En resumen, las fases del Design Thinking pasan por tratar de comprender y observar al usuario, generar un usuario tipo para el cual se diseñe la solución, idear, construir prototipos y, aprender a través de las reacciones de los usuarios.
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